Teoría Geócentrica

jueves, 1 de mayo de 2008

La Teoría geocéntrica es la teoría básica de ubicación de la Tierra en el universo. Coloca a la Tierra en el centro del universo y los planetas, incluido el Sol, giran alrededor de ella (geo: tierra; centrismo: centro). Esta teoría fue formulada por Aristóteles y mantenida hasta el siglo XVI, aunque fue completada por Claudio Ptolomeo, introduciendo los llamados epiciclos y deferentes. Fue reemplazada por la teoría heliocéntrica.
La doctrina de Ptolomeo está expuesta en el libro «Sintaxis matemática» más conocido por el pomposo nombre árabe de «Almagesto», que significa «el grande». En este libro, al principio, expone sus hipótesis fundamentales:
1.- Los cielos son esféricos y se mueven circularmente en torno a un eje fijo.
2.- «Dado que la Tierra es el elemento más pesado y todas las cosas pesadas son conducidas hacia ella y tienden hacia su auténtico punto medio, quedando inmóviles en el centro. En consecuencia tanto más descansará toda la Tierra en el centro y ella que recibe en si todo lo que cae, permanecerá inmóvil por su peso.»
3.- La Tierra es esférica, puesto que por cualquier parte se apoya en su centro. (Numerosos hechos corroboran esta hipótesis: distintas alturas del polo celeste desde diferentes lugares de observación, estrellas visibles en unos lugares que no lo son en otros, el casco de los barcos es lo primero en desaparecer y los picos de las montañas lo primero visible).
4.- La Tierra está exactamente en el centro del cielo como un punto geométrico, así que el horizonte biseca el ecuador y la eclíptica en dos partes iguales.
5.- Aristóteles decía que el movimiento de un cuerpo simple es simple y los clasifica en rectos (hacia arriba y hacia abajo) y circulares que son los que asigna a los cuerpos celestes. Tolomeo, en un principio, había tomado en consideración el movimiento de la Tierra, por lo menos el de rotación, pero, partiendo de la Física de Aristóteles, lo rechazó: «Consecuentemente dice Tolomeo de Alejandría si la Tierra diese vueltas, al menos una revolución diaria, su movimiento tendría que ser muy violento y su rapidez insuperable, ya que en 24 horas recorrerá todo el ámbito de la Tierra. Pero este movimiento vertiginoso lanzaría de repente todas las cosas y parecerían incapaces de unirse, y más bien se dispersaría lo unido, a no ser que por alguna fuerza de coherencia las mantuviera en su unidad, y hace tiempo la Tierra dispersada se habría elevado al mismo Cielo (lo que es totalmente ridículo) y con mayor motivo los seres animados y demás cosas sueltas en manera alguna permanecerían estables. Pero tampoco las cosas que caen se dirigirían en línea recta al lugar destinado para ellas ni en la perpendicular al desplazarse entre tanto (la posición) por tanta rapidez. Y también veríamos que las nubes y cualquier otra cosa pendiente en el aire, siempre eran arrastradas hacia el ocaso.»
6.- Se fija la tarea de demostrar que todos los fenómenos del firmamento son producidos por movimientos circulares y uniformes. El problema planetario lo resuelve demostrando que «la aparente irregularidad de los cinco planetas, el Sol y la Luna pueda representarse por medio de movimientos circulares uniformes, porque sólo tales movimientos son apropiados para su divina naturaleza.» (6) Para Tolomeo el objetivo último de la ciencia matemática reside en resolver mediante el sistema del epiciclo-deferente y un sinfín de técnicas geométricas el problema planetario. Tales hipótesis no son otra cosa que una disposición geométrica, la cual puesta o supuesta en el cielo explica bien los fenómenos de cualquier astro (Positivismo).
Actualmente designamos con el nombre de «Astronomía Tolemaica» a todas las soluciones geométricas aportadas no solamente por éste, sino por sus predecesores y sus sucesores, que mediante la aportación de soluciones particularizadas fueron explicando los fenómenos que iban apareciendo.
Apolonio en el siglo III a.C. conocía los epiciclos mayores y las excéntricas. En el siglo siguiente Hiparco añadió al arsenal de los métodos astronómicos, los epiciclos menores y las excéntricas con centro fijo. Combinando ambos dispositivos proporcionó una primera evaluación cuantitativa de las irregularidades del Sol y de la Luna. Tolomeo añadió el ecuante y durante los trece siglos que siguieron hasta Copérnico, los astrónomos árabes emplearon nuevas y distintas combinaciones de círculos para explicar las irregularidades aún no resueltas del movimiento planetario. Las modificaciones más importantes durante la Edad Media están presididas por la idea de resolver totalmente el problema planetario, cosa que nunca se logró con esta Teoría. Los seguidores de Tolomeo estaban convencidos de que en un futuro una nueva mejora en sus construcciones geométricas explicaría las diferencias entre observación y predicción de las posiciones planetarias.








El modelo geocéntrico según
la Biblia de Martín Lutero

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